En la investigación nacional, Shoen encontró que la música producía una disposición de ánimo notablemente uniforme en la mayor parte de un auditorio.
Según Podolsky, la influencia de la música ha sido demostrada experimentalmente. Declara que la investigación ha demostrado que "el estímulo musical en ciertas condiciones bien conocidas, establecen en el cuerpo las mismas reacciones pasajeras que caracterizan a la emoción". Nos hace recordar que las disposiciones de ánimo tienen un fundamento biológico. No sólo dependen de la actividad del cerebro y la circulación de la sangre, sino de la química del organismo. Las pruebas han demostrado que la música tiene un efecto directo sobre el pulso y la presión sanguínea, subiéndolos o bajándolos de acuerdo al ritmo; también afecta las glándulas sin conducto y por consiguiente las emociones. Charles Hughes, contribuyente al libro "La música y la medicina", afirma la relación directa que existe entre la respuesta emocional del que escucha la música, indicando que "esta respuesta está acompañada por los mismos cambios fisiológicos que acompañan los estados emocionales de las situaciones de la vida". Posteriormente explica:
"Tal respuesta es una respuesta al efecto total
y complejo de la música. Además, un examen de las piezas
musicales empleadas para probar el efecto emocional de la música,
indican que el ritmo es un factor preponderante para determinar la clase
de efecto que producirá. No sólo presencia o ausencia de
un marcado patrón rítmico lo que se considera aquí,
sino también el grado general de movimiento, ya sea rápido,
moderado o lento".
La influencia de la música sobre la conductividad
eléctrica del cuerpo es informada por Soibelman. Conocida la función
del potencial eléctrico y el equilibrio electrónico del sistema
nervioso humano, podemos adquirir comprensión adicional del uso
de la música para estimular las disposiciones de ánimo o
para cambiarlos.
Cannonm, eminente fisiólogo de Harvard, sostenía
que la música "pone en libertad la adrenalina y tal vez otras
hormonas".
Harer y Harer, demostró que de todos los sentidos,
el del oído es el que tiene mayor efecto sobre el sistema nervioso.
En sus experimentos, todos los individuos demostraron cambios importantes
en pulso y respiración, como también los reflejos psicológicos
de la piel. En un experimento, la atención del individuo fue quitada
de la música por una molestia física, a tal punto que ni
siquiera se dio cuenta que se había tocado cierta pieza. Sin embargo,
los instrumentos registraron una fuerte respuesta emocional. No obstante,
cuando se le pidió escuchar la música analíticamente;
su respuesta emocional disminuyó notablemente. Aunque se ha encontrado
que la reacción depende en cierto modo de las actitudes y habilidades,
se ha descubierto que cuando una selección musical está asociada
con una fuerte experiencia emocional del que escucha, la respuesta emocional
al escuchar la pieza será intensa.
Gilman y Paperte, demostraron que la música puede
hacer bajar el umbral de la percepción sensorial. "Descubrieron
que la música y los sonidos rítmicos pueden mejorar la visión
del que escucha hasta en un 25%. Los experimentos han demostrado que hasta
el ritmo tic-tac del reloj, sirve para estimular la visión".
Ya en l887, investigaciones realizadas por Urbantschitsch,
demostraron que el umbral de la percepción de colores, es rebajado
por un estímulo tonal.
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